BAR TORRENTE
Barcelona, 2019
El encargo consistía en transformar un bar emblemático del barrio de Sant Andreu del Palomar en un nuevo espacio. Con poco tiempo para reforma y un presupuesto ajustado. Cambio de propietario y diferente concepto del negocio, pero manteniendo de algún modo la esencia del lugar. Un bar que lleva en el barrio desde el 1969.
Me encontré un bar de parroquianos, de dominó y un nombre muy particular para el año que se abrió el local: “Restaurante Torrente” y una barra ochentera que me enamoró. Soy de Almodóvar.
Lo tuve claro desde el primero momento: barra y nombre se quedaban tal cual. Así que la barra se desmontó, se acortó para la nueva distribución y se montó de nuevo manteniendo los antiguos paneles. El color naranja de la barra marcó el diseño del nuevo logo y la tonalidad del resto del espacio. Aproveché el rótulo original, se desmontó y se enmarco en madera para colocarlo en el interior del local siendo protagonista del espacio.
El proyecto era convertir el espacio en un rincón gastronómico, moderno, pero manteniendo la esencia, desenfadado, pero con calidad al nivel de los platos y sobre todo dónde Roger estuviera a gusto cocinando y hablando con los clientes. Sin formalismos ni postureos, simplemente un lugar acogedor donde comes bien y puedes degustar un vino que no te esperas acompañado de muy buena música, como estar en casa. Sin pretensiones, pero auténtico.
Diseñé la entrada retrasando el aluminio existente para tener un pequeño espacio para los fumadores y poder detallar los servicios del Torrente, el concepto y los horarios. Todo esto con un barril, que nos acompañó toda la obra, a modo de mesa alta, unos taburetes y cerámica blanca (también sabía que la quería) con el logo encima, como antiguamente se pintaban las cristaleras de los bares.
Al conocer a Roger sabes que el negro es su color, también el mío, así que convencerle fue sencillo y además tuve suerte y encontré ladrillo antiguo en las paredes. El resto estaba claro: mantener el ladrillo de las paredes, buscar una pieza de cerámica grande imitando el hierro para el pavimento y el arrimadero, pintar la pared donde se indican los platos con pintura pizarra negra y mejorar la barra, pero manteniendo los paneles originales. El botellero que había encima de la barra se mantuvo, pero se acortó y se mejoró con iluminación. La cocina por supuesto se reformó entera, nueva y abierta al cliente.
El resto que es lo importante es el arte del chef Roger González, vas por primera vez y vuelves por él, yo sólo he ayudado un poco con los complementos. Le llamo mi “bar amigo”, estoy a gusto y disfruto viendo que tanto Roger como sus clientes también lo están. Es un referente en el barrio y estoy contenta de que me eligiera a mí para llevarlo a cabo.
“Ana es un valor seguro si quieres apostar a ganar. Se ajustó a un presupuesto difícil sin perder eficacia ni calidad en ningún momento. Una profesional multitarea que asesoró y se implicó en todo momento para dar lo mejor para el proyecto. Ana lo da todo en cada uno de sus proyectos, y así se siente cuando entras en el bar. No sólo lo digo yo, también mis clientes.“
Roger González, propietario y chef del Bar Torrente